8/10
Angustia, depresión, tristeza, rabia o dolor, al igual que con los estilos, estamos ante un álbum lleno de emociones y la apasionada voz de Kato es prueba de ello. Personal y llena de textura, aporta tanto a las composiciones que sin ella el álbum sería totalmente distinto. Lo cierto es que los cinco integrantes dejan parte de su ser en cada segundo del viaje y, aunque -como pasa en la mayoría de los casos- la producción es demasiado digital y fría, es imposible no notar la calidez y palpar la pasión en cada uno de los ocho cortes.
Helmut Berger at Salzburg Airport es el punto culminante de la atmósfera en el Kaventsmann y prueba de ello, unos ocho minutos de íntima depresión en la que dan rienda suelta al frenesí y cavan en los más hondo de su mente para arrancar un pedazo y plasmarlo sin contemplaciones. Un éxodo en el que Medic Help retoma la tralla con escalas y punteos rabiosos, potentes y agudos. Todo ello bajo el poderoso látigo de ese riff implacable que nos ha azotado desde el principio. Una mezcla apocalíptica forjada entre fuego, polvo y bilis que nos abre camino al Fuckoverforevertime, cierre de telón y último proyectil de la recámara. 56 minutos que se pasan volando y que, a primera escucha, sólo dan ganas de una cosa: empezar de nuevo pues, en cuanto se enciende el foco, está claro que estamos ante uno de esos álbumes que ganan con las escuchas. Una despedida tan impecable como la puesta en escena.
Poco más se puede añadir salvo que no estamos ante un trabajo cualquiera, esto es toda una declaración de principios que va más allá de sonar bien o tener gancho, una banda que se está labrando un nombre en el panorama. No importan las modas ni las nuevas vertientes, ellos seguirán haciendo su música como saben y sienten y, aunque aún resuenen con ecos lejanos, debemos tenerlos en cuenta para un futuro no tan distante. Toda una demostración del querer es poder.